Ciencias de la Salud

Artículo de investigación

 

Descripción y análisis de las implicaciones en cardiopatías isquémicas

 

Description and analysis of the implications in ischemic heart disease

 

Descrição e análise das implicações na doença isquêmica do coração

 

Ángela Estephanía Endara-Galarza I

angelaendara17@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0002-0148-8242

María Alejandra Paredes-Intriago IV

draparedes88@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-7995-2650

Xavier Gerardo Agurto-Cobos II

x_agurto@yahoo.com

https://orcid.org/0000-0003-1436-8503

 

Luis Antonio Paredes-Intriago III

lucho.paredes1990@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0003-2105-0720

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: angelaendara17@hotmail.com

 

*Recibido: 25 junio de 2021 *Aceptado: 31 de julio de 2021 * Publicado: 20 de agosto de 2021

 

      I.         Médico, Investigador Independiente.

    II.         Médico, Investigador Independiente.

  III.         Médico, Investigador Independiente.

  IV.         Master en Prevención en Riesgos Laborales, Médico, Investigador Independiente.          

 

 

 

 

 

 

 

Resumen

El estudio epidemiológico de las enfermedades coronarias ha confirmado la presencia de diferencias en la evolución y las actuaciones llevadas a cabo por los profesionales sanitarios de acuerdo a factores como el sexo o la edad; pero también se conocen otros factores asociados a las diferencias observadas. Este artículo tiene por objeto la descripción y análisis de las enfermedades coronarias como son las cardiopatías isquémicas según los posibles factores de riesgo que conllevan a la misma.

Palabras Clave: Enfermedad coronaria; Sexo.

 

Summary

Epidemiological studies confirm the difference in the course and treatment of acute coronary syndromes (ACS) according to factors such sex and age. The factors associated with the differences observed according to sex are not known. The study seeks to examine the differences in the treatment of coronary artery disease by sex and possible factors related to these inequalities.

Keywords: Coronary heart disease; Sex.

 

Resumo

O estudo epidemiológico das doenças coronárias tem confirmado a presença de diferenças na evolução e nas ações dos profissionais de saúde de acordo com fatores como sexo ou idade; mas outros fatores associados às diferenças observadas também são conhecidos. Este artigo tem como objetivo descrever e analisar as doenças coronarianas, como a doença isquêmica do coração, de acordo com os possíveis fatores de risco que levam a ela.

Palavras-chave: Doença coronariana; Sexo.

 

Introducción

Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son un grupo de enfermedades no transmisibles que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos y en su conjunto, representan, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal causa de muerte y de discapacidad en todo el mundo, siendo responsables de casi un tercio de todos los fallecimientos y de casi la mitad de las enfermedades no transmisibles. Tienen, pues, un gran impacto socio sanitario a nivel global, especialmente elevado en países de ingresos bajos y medios, en los que sus habitantes no se benefician de un acceso equitativo a programas adecuados de atención primaria y asistencia sanitaria, lo cual determina una menor esperanza de vida.

Se estima que el 60% de la mortalidad total por causas cardiovasculares deriva de la cardiopatía isquémica y de la enfermedad cerebrovascular o ictus, siendo ambas las dos patologías cardiovasculares más relevantes desde el punto de vista de la salud pública. En este artículo se llevara a cabo la descripción y análisis de la cardiopatía isquémica, como uno de los principales y quizás el más importante problema de salud cardiaca.  Para asegurar  una  mesurada  extensión  del  artículo,  se  deja  de  lado  en  esta  ocasión  cualquier  referencia  a  otras  ECV  de  interés  desde  el  punto  de  vista  farmacoterapéutico,  como  las  arritmias,  las  afecciones  del  pericardio  y  el  endocardio,  o  las  enfermedades  que  afectan  a  los  vasos  sanguíneos  fuera  del  corazón.  

 

La cardiopatía isquémica

 Es la enfermedad cuyo origen radica en la incapacidad de las arterias coronarias para suministrar el oxígeno (O2) necesario al músculo cardiaco. La causa más frecuente de la alteración de las arterias coronarias es la ateroesclerosis, un proceso lento de formación de colágeno y acumulación de lípidos y células inflamatorias que forman placas de ateromas.  Estas placas provocan  la  estenosis  de  las  arterias  coronarias  disminuyendo  así  el  flujo  de sangre  que  la  arteria  puede  transportar  al  miocardio.  Comienza cuando  ciertos  factores lesionan  o  causan  daño  a  las  capas  internas  de  las  arterias  coronarias. Los factores de riesgo cardiovascular se dividen en (no modificables): Edad, Sexo, Herencia y (modificables): Dislipemia, Tabaquismo, HTA, Obesidad y Diabetes Mellitus.

La cardiopatía isquémica es la enfermedad ocasionada por la arterosclerosis de las arterias coronarias, es decir, las encargadas de proporcionar sangre al músculo cardiaco (miocardio). La arterosclerosis coronaria es un proceso lento de formación de colágeno y acumulación de lípidos (grasas) y células inflamatorias (linfocitos). Estos tres procesos provocan el estrechamiento (estenosis) de las arterias coronarias.

Este proceso empieza en las primeras décadas de la vida, pero no presenta síntomas hasta que la estenosis de la arteria coronaria se hace tan grave que causa un desequilibrio entre el aporte de oxígeno al miocardio y sus necesidades. En este caso se produce una isquemia miocárdica (angina de pecho estable) o una oclusión súbita por trombosis de la arteria, lo que provoca una falta de oxigenación del miocardio que da lugar al síndrome coronario agudo (angina inestable e infarto agudo de miocardio).

La cardiopatía  isquémica,  también  conocida  como enfermedad  arterial/ arteriopatía  coronaria,  o  solo  enfermedad  coronaria, es  el  tipo  más común de ECV. Se trata de un término general que designa una variedad de condiciones que afectan la estructura y función del corazón y que acontecen cuando las arterias del corazón o  coronarias no  pueden  suministrar  suficiente  sangre  enriquecida  en  oxígeno  a  todas  las  células  del  músculo  cardiaco (miocardio) para asegurar el correcto funcionamiento contráctil  del  corazón,  originando  la  situación  de  isquemia.  A  pesar  de  los  avances  sustanciales  acontecidos  en  las  últimas  décadas, tanto en el control de los factores de riesgo como en las intervenciones farmacológicas y no farmacológicas,     la     cardiopatía     isquémica     desemboca en muchas ocasiones en insuficiencia cardiaca, lo cual puede agravar su carga social y su tasa de mortalidad. Desde el punto de vista fisiopatológico y clínico, se diferencian dos formas básicas de presentación de  la  cardiopatía  isquémica  (determinan  una    terapéutica    diferencial),    fundamentalmente en base al momento de aparición, duración e intensidad de las manifestaciones:

Cardiopatía  isquémica  estable(CIE) o síndrome coronario crónico(SCC): cuando los síntomas (sobre todo, dolor torácico), habitualmente  en  forma  de  angina  de  pecho,  se reproducen regularmente con el ejercicio y no  progresan,  indicativo  de  que  los  pacientes  están  estables.  Se  debe  a  un  estrechamiento estenosis luminal  progresivo  y  gradual  de  las  arterias  coronarias.  En  esta  entidad  crónica  podrían  incluirse  los  pacientes revascularizados (sometidos a cirugía de derivación aortocoronaria bypass o a  una  angioplastia  intervención  coronaria  percutánea). La definición más aceptada de angina de pecho estable implica la ausencia de cambios en su forma de presentación clínica en el último mes y la no previsible aparición  de  complicaciones  de  forma  inminente o evolución desfavorable en un futuro inmediato.

Cardiopatía  isquémica  aguda(CIA)o síndrome  coronario  agudo (SCA):  se  caracteriza  por  una  aparición  súbita  de  los  síntomas que     progresan     aumentando     su  frecuencia o su gravedad, o aparecen en reposo,  asociados  a  una  oclusión  brusca  del  flujo sanguíneo coronario por la formación de  un  trombo y  la  consecuente  isquemia  miocárdica, rápida y muy marcada. Este SCA agrupa a  una  serie  de  entidades  clínicas  de  mecanismo fisiopatológico similar, entre las que destacan la angina inestable y el infarto agudo de miocardio (IAM).    

Tipos de cardiopatía isquémica

1. Infarto agudo de miocardio. 

2. Angina de pecho estable.

3. Angina de pecho inestable.

 

Infarto agudo de miocardio

Es una enfermedad grave que ocurre como consecuencia de la obstrucción de una arteria coronaria por un trombo. La consecuencia final es la muerte (necrosis) del territorio que irriga la arteria obstruida. Por tanto, la gravedad del infarto de miocardio dependerá de la cantidad de músculo cardiaco que se pierda. El infarto suele ser un evento inesperado que se puede presentar en personas sanas, aunque generalmente es más frecuente en quienes tienen factores de riesgo y en enfermos que ya han padecido otra manifestación de cardiopatía isquémica.

El infarto se manifiesta por un dolor en el pecho de similares características a la angina, pero mantenido durante más de 20 minutos. Puede ir acompañado de fatiga, sudor frío, mareo o angustia. Va asociado con frecuencia a una sensación de gravedad, tanto por la percepción del propio enfermo, como por las respuestas urgentes que habitualmente provoca en el entorno sanitario que lo atiende. Pero la ausencia de esta sensación no excluye su presencia. Puede ocurrir en reposo y no remite espontáneamente.

La necrosis del territorio que se queda sin riego sanguíneo es progresiva. El daño se incrementa con el tiempo y, una vez muere la porción de músculo cardiaco, es imposible recuperar su función. Sin embargo, el daño sí se puede interrumpir si el miocardio vuelve a recibir sangre por medio de procedimientos que desatascan la arteria bloqueada.

Por ello, es fundamental que la persona que está sufriendo un infarto llegue al hospital lo antes posible. Lo ideal es que reciba atención en el transcurso de la primera hora desde el inicio de los síntomas. Si esto no es posible, durante las horas siguientes al infarto deberán aplicarle tratamientos como trombolisis (fármacos administrados por vía intravenosa que disuelven el trombo) o angioplastia (recanalización mecánica con catéteres de la arteria obstruida). En ocasiones, incluso puede precisar cirugía cardiaca urgente. Cuanto antes sea atendido el pacientes, mayores serán las posibilidades de evitar daños definitivos.

 

Angina de pecho estable

Síntomas

La angina de pecho estable se manifiesta por dolor recurrente en el tórax debido a isquemia miocárdica. Quienes la han sufrido la definen con términos como opresión, tirantez, quemazón o hinchazón. Se localiza en la zona del esternón, aunque puede irradiarse a la mandíbula, la garganta, el hombro, la espalda y el brazo o la muñeca izquierda. Suele durar entre 1 y 15 minutos. El dolor de la angina se desencadena tras el ejercicio físico o las emociones y se alivia en pocos minutos con reposo o nitroglicerina sublinlingual. Suele empeorar en circunstancias como anemia, hipertensión no controlada y fiebre. Además, el tiempo frío, el tabaquismo, la humedad o una comida copiosa pueden incrementar la intensidad y la frecuencia de los episodios anginosos.

 

Causas

La cardiopatía isquémica es una enfermedad que se puede prevenir de forma significativa si se conocen y controlan sus factores de riesgo cardiovascular. Los principales factores que la producen son:

1. Edad avanzada

2. Se da más en los hombres, aunque la frecuencia en las mujeres se iguala a partir de la menopausia

3. Antecedentes de cardiopatía isquémica prematura en la familia

4. Aumento de las cifras de colesterol total, sobre todo del LDL (malo)

5. Disminución de los valores de colesterol HDL (bueno)

6. Tabaquismo

7. Hipertensión arterial

8. Diabetes mellitus

9. Obesidad

10. Sedentarismo

Los pacientes con múltiples factores de riesgo tienen mayor probabilidad de padecer enfermedad obstructiva de las arterias coronarias, y por tanto, más posibilidades de angina o infarto. Además, en el llamado síndrome metabólico, es decir, asociación de obesidad, diabetes, aumento del colesterol e hipertensión, los pacientes presentan más riesgo. La probabilidad de tener una enfermedad cardiovascular (coronaria) o de morirse del corazón se puede calcular por distintas puntuaciones (SCORE, Framingham, etc.).

A pesar de los avances sustanciales acontecidos en las  últimas  décadas,  tanto  en  el  control  de  los factores de riesgo Como ya se ha avanzado, la cardiopatía isquémica se produce como consecuencia  de  una  limitación  en el  aporte  de  la  sangre con O2 y metabolitos que requiere el corazón en cada momento; en otras palabras, resulta de un desequilibrio entre la oferta y la de-manda  de  oxígeno  del  miocardio. A  grandes  rasgos, el consumo metabólico de O2 por parte del miocardio varía ampliamente entre la situación contráctil y la no contráctil (siendo en esta segunda  situación  aproximadamente  un  10-20% de la primera), y depende básicamente de factores como la tensión de la pared ventricular y  la  frecuencia  cardíaca.  Por  ello,  situaciones  que  aumentan  los  requerimientos  energéticos  del  corazón como  el  ejercicio  físico  pueden precipitar situaciones de isquemia. La causa que subyace en la estenosis u oclusión de una o más arterias coronarias epicárdicas en la mayoría de casos de cardiopatía isquémica es la aterosclerosis. Se trata ésta de una enfermedad sistémica que afecta a todas las arterias del organismo en mayor o menor grado pero cuya manifestación más frecuente es precisamente la afectación de las arterias coronarias.

Conviene  recordar  de  forma  resumida  el  proceso de formación de la placa de ateroma, que comienza cuando la función endotelial de la pared arterial se deteriora y las lipoproteínas que circulan en el torrente sanguíneo se acumulan en la capa íntima de los vasos. Cuando las lipoproteínas de baja densidad (LDL) están en altas concentraciones son capaces de permear a través del endotelio dañado y oxidarse, tras lo cual atraen a los leucocitos a la capa íntima, donde pueden  ser  captados  por  macrófagos  y  dar  lugar  unas  a  células  con  consistencia  espumosa  que pueden replicarse y provocar lesiones vasculares  (primer  signo  de  aterosclerosis).  Esas  lesiones  desencadenan  una  serie  de  señales  bioquímicas   que   atraen   a   las   células   del   musculo  liso,  que  proliferarán  y  sintetizarán  una  matriz  extracelular,  básicamente  constituida por colágeno y proteoglicanos. A partir de entonces, la placa de ateroma comienza a desarrollarse  con  la  formación  de  un  mayor  volumen  de  matriz  extracelular  que  conduce  a  la  progresión  de  la  lesión  hasta  una  placa  fibrótica, la cual se adhiere a la luz de las arterias coronarias y  la  reduce,  pudiendo llegar  a  calcificar.

El resultado final es una lesión avanzada y complicada que consiste en un “capuchón” fibrótico recubierto de material necrótico rico en lípidos y altamente trombogénico. Los proteoglicanos producidos  por  las  células  del  músculo  liso  pueden unirse a más lipoproteínas y prolongar su presencia en la capa íntima; tales sustancias son susceptibles de modificaciones oxidativas y de  glicosilaciones,  resultando  en  productos  finales  capaces  de  propagar  una  respuesta  bioquímica inflamatoria. Por ejemplo, en respuesta a la oxidación y las señales inflamatorias y autoinmunes, las células endoteliales pueden secretar  metaloproteasas  matriciales  que  son  capaces  de  modular  varios  procesos,  como  la  activación, migración y proliferación de diversos tipos celulares, remodelado y formación de nuevos vasos, etc. Además, la apoptosis celular es común en las lesiones ateroscleróticas, conduciendo  a  la  deposición  de  factor  tisular  que  puede activar la cascada de la coagulación sanguínea,  contribuyendo  al  microambiente  trombótico Mientras que los casos crónicos de cardiopatía isquémica (SCC) se deben a una reducción progresiva, pero estable, del flujo sanguíneo coronario como consecuencia del crecimiento de la placa  de  ateroma  incluso  durante  varios  años  la  mayoría  de  casos  de  isquemia  miocárdica aguda (SCA) se deben a la oclusión de una arteria coronaria importante, siendo el principal motivo una alteración física (rotura o erosión),  y  posterior  complicación  trombótica  brusca (por agregación plaquetaria) y embolización distal, de una placa aterosclerótica posiblemente  originada  en  otra  parte  del  organismo,       con       o       sin       vasoconstricción       concomitante,  que  da  lugar  a  una  obstrucción  crítica del flujo sanguíneo e infraperfusión miocárdica. De no resolverse rápidamente, se produce el infarto de miocardio, caracterizado por la necrosis celular. Los  primeros  cambios  ultra estructurales  que  ocurren  en  los  cardiomiocitos  ante  una  situación de isquemia son la disminución de los depósitos de glucógeno, la aparición de miofibrillas  relajadas  y  la  rotura  del  sarcolema,  que  pueden detectarse en los primeros 10-15 min. Al microscopio electrónico pueden observarse anomalías  mitocondriales  a  los  10  min  de  iniciarse la oclusión coronaria, las cuales son progresivas. No obstante, en el ser humano pueden transcurrir varias  horas  hasta  que  se  pueda  identificar  necrosis  de  los  cardiomiocitos  mediante evaluación post mortem.

A pesar de que es indudablemente la causa mayoritaria,  existen  diversas  situaciones  en  las  que se puede producir isquemia miocárdica en ausencia  de  enfermedad  coronaria  arterioesclerótica, por disminución del aporte de O2 (debido  a  un  vasoespasmo  o  embolia  coronarios,  disección  de  la  arteria  coronaria,  trombosis  in situ, etc.) o por aumento de las demandas (taquiarritmias  o  enfermedades  valvulares,  por  ejemplo).  De  hecho,  cada  vez  se  observan  con  más frecuencia casos de angina y de infarto en ausencia de obstrucción coronaria, en particular en mujeres que presentan isquemia microvascular.  Se  estima,  por  ejemplo,  que  un  10%  de  los  IAM  aparecen  sin  aterosclerosis  de  las  arterias coronarias epicárdicas.

Arteriopatía  coronaria  obstructiva:  cuando  la placa de ateroma se acumula en las arterias  grandes  y  provoca  su  estrechamiento  gradual,  de  manera  que  se  reduce  el  suministro de sangre oxigenada en más del 50%; eventualmente, el flujo de sangre puede estar completamente bloqueado en una o más de las tres arterias coronarias grandes.

Arteriopatía     coronaria     no     obstructiva: cuando  se  demuestra  una  obstrucción  de  menos del 50%; este tipo de arteriopatía se observa en entre el 20% y el 50% de las personas que se someten a estudios de imagen del corazón. Esta afección, además de por la placa de ateroma, también puede deberse a una  lesión  en  el  revestimiento  de  las  arterias,  que  afecta  a  su  capacidad  para  expandirse en respuesta a señales físico-químicas o  eléctricas  y  puede  causar  espasmos  con  disminución  temporal  del  flujo  sanguíneo  coronario.

Enfermedad       coronaria       microvascular: afecta a las arterias más pequeñas del corazón,  pudiendo  coexistir  con  cualquiera  de  las dos anteriores patologías coronarias. Sus causas no están completamente claras, pero pueden implicar cambios moleculares en los pequeños  vasos  coronarios  (parte  del  proceso  normal  de  envejecimiento),  y  también  lesiones endoteliales en dichos vasos por un estado de inflamación crónica, hipertensión o diabetes. En consecuencia, se altera la ex-presión proteica celular, y las pequeñas arterias no responden adecuadamente (vaso dilatación)  ante  señales  indicativas  de  una  mayor   demanda   miocárdica   de   O2  (por ejemplo,  actividad  física),  sino  que  su  diámetro no cambia o incluso disminuye, resultando también en isquemia. 

En resumen, la cardiopatía isquémica es un fenómeno multifactorial que produce un cambio hacia  el  metabolismo  anaerobio  en  los  cardiomiocitos. Los cambios inducidos pueden ser reversibles por un aumento en el aporte de O2 o una reducción de los requerimientos energéticos en  una  primera  etapa  antes  de  llegar  al  daño irreversible con muerte celular. Desde el punto de vista fisiopatológico, el control y la reducción  de  la  frecuencia  cardiaca,  añadidos  al  restablecimiento  del  flujo  coronario,  serán  la  piedra  angular  en  el  tratamiento  de  esta  afección.

 

Factores de riesgo

Teniendo en consideración la etiopatogenia de la enfermedad, se comprende que aquellos factores que faciliten o empeoren el desarrollo de la  enfermedad  aterosclerótica  (especialmente  a  nivel  de  las  arterias  coronarias)  jugarán  un  papel fundamental en el desarrollo y la mortalidad  por  cardiopatías  isquémicas.  Se ha descrito   la   relevancia   de   diversos   factores   de   riesgo entre los que se pueden destacar los referidos a 

 

Hipertensión arterial

Es  uno  de  los  principales factores de riesgo cardiovascular asociado con el desarrollo de cardiopatía isquémica,  en  la  medida  en  que  la  aterosclerosis  puede  verse  exacerbada  por  una  elevada  presión  sanguínea.  Además,  como  consecuencia de la deposición de lípidos y formación de la placa de ateroma, la presión transmural    en    la    pared    arterial    se    eleva,  induciendo  estrés  mecánico  y  permeabilidad  endotelial,  que  contribuye  a  una  respuesta coronaria menos eficaz. La hipertensión  tiene  una  estrecha  interconexión  con  alteraciones  metabólicas  como  la  resistencia  a  la  insulina  o  la  dislipidemia,  factores  también relacionados  con  la  cardiopatía  isquémica. Además de contribuir a la progresión crónica de la aterosclerosis, la hipertensión     (como     ocurre     también     con     el     tabaquismo)  puede  precipitar  la  isquemia  coronaria  aguda  al  aumentar  la  demanda  y  reducir el suministro de oxígeno.

Conviene recordar que los valores que han definido   la   hipertensión   arterial   clásicamente han sido los superiores a 140 mm Hg de presión sistólica (PAS) y a 90 mm Hg de diastólica (PAD). No obstante, hace 3 años la Asociación  Estadounidense  de  Cardiología, el  Colegio  Estadounidense  de  Cardiología  y  otras 9 organizaciones profesionales actualizaron  estas  pautas  en base a una revisión de 900 estudios, estableciendo que la hipertensión en adultos se define por valores superiores a 130/80 mmHg.  Si  bien  no  suele  presentar  síntomas,  tiene la ventaja de tratarse de una patología fácilmente  controlable  (con  cambios  en  el  estilo de vida y con fármacos) y medible, por lo  que  es  conveniente  una  monitorización  frecuente. Un  meta análisis  de  grandes  estudios  que  incluían a unos 420.000 pacientes seguidos durante  10  años  demostró  la  existencia  de  una  asociación  entre  cifras  de  PAD  comprendidas entre 76 y 105 mm Hg y el riesgo de cardiopatía coronaria e ictus, que era 10-12  veces  superior  en  individuos  con  cifras  de PAD de 105 mm Hg que en normotensos.

Otra meta análisis de estudios que incluían a más de 1 millón de pacientes sin enfermedad cardiovascular previa demostró que en individuos con cifras de PAS/PAD> 115/75 mm  Hg  el  riesgo  cardiovascular  se  duplica  con cada incremento de 20/10 mm Hg. Ello permitió calcular que una reducción de 5-6 mm  Hg  en  la  PAS  y  de  10-12  mm  Hg  en  la  PAD se asociaba a una reducción en la incidencia  de  ictus  (38%),  cardiopatía  isquémica  (16%)  y  mortalidad  vascular  (22%).  La importancia del  control  de  la  PA  queda  reflejada por el hallazgo de que reducciones de solo 2-3 mm Hg en la PAD disminuyen en un 9% el riesgo de accidentes cerebrovasculares y en un 5% el de insuficiencia cardiaca congestiva (Cuéllar, 2013). Sea como fuere, su elevada prevalencia en la población general, unida al mayor riesgo de morbimortalidad  cardiovascular  en  pacientes  hipertensos, convierte a la hipertensión arterial en el principal  factor  de  riesgo  en  pacientes  mayores de 50 años.

 

Tabaquismo

Los estudios de casos y controles y de cohortes al respecto de la influencia del  tabaquismo  son  concluyentes  y  revelan  una mayor incidencia de cardiopatía isquémica y mortalidad asociada en personas fumadoras. Por ejemplo, en adultos “jóvenes” (<  40-55  años)  el  hábito  tabáquico  se  ha  asociado con una probabilidad 3,3 y 4,6 veces  mayor  de  sufrir  infarto  de  miocardio  frente  a  no  fumadores  o  ex fumadores,  y  en  adultos  de  mayor  edad  ese  riesgo  también  se  incrementa  en  2,4  veces.  El  tabaquismo  se  ha  asociado  a  un  riesgo de mortalidad por cardiopatía isquémica un 70% mayor (respecto a la ausencia de dicho hábito), con un riesgo dependiente del número de cigarrillos, la duración del hábito  y  la  profundidad  de  la  inhalación.  Este factor puede incidir de forma directa o indirecta en el riesgo de desarrollo de la lesión aterosclerótica y de oclusión de las arterias coronarias, al producir una alteración endotelial y promover la adhesión plaquetaria a las  capas  subíntimas,  aumentando  la  infiltración de lípidos y la proliferación de células musculares lisas mediada por el factor de crecimiento derivado de plaquetas. No  hay  que  olvidar  la  relevancia  del  tabaquismo pasivo.

Hipercolesterolemia

Un  aumento  de  las  cifras de colesterol total, sobre todo del colesterol LDL (comúnmente conocido como colesterol  malo),  o  una  disminución  de  los  niveles        de        colesterol HDL (colesterol bueno)  aumenta  también  el  riesgo  de  su  acumulo,  favoreciendo  la  formación  y  progresión  de  la  placa  de  ateroma  en  las  arte-ri  as y, con ello, de arteriopatía coronaria. Se ha observado que por cada 1% de aumento de la concentración de colesterol LDL se observa  un  aumento  del  riesgo  de  acontecimientos  coronarios  del  2  al  3%.  En  base  a  una  sólida  evidencia  que  apunta  a  que  una  reducción  en  los  niveles  de  colesterol LDL reduce   el   riesgo   cardiovascular,   algunas  guías clínicas recomiendan niveles de c-LDL ≤ 70 mg/dl, con una reducción de hasta 20 mg/dl en pacientes de alto riesgo.

 

Diabetes

En particular, la diabetes mellitus tipo  2  se  ha  propuesto  como  un  factor  de  riesgo  importante,  habiéndose  observado  una incidencia significativamente mayor de cardiopatía  isquémica  en  estos  pacientes  respecto a no diabéticos. Entre las causas de ello, se describe su frecuente asociación con la hiperlipidemia (elevados niveles de triglicéridos  y  colesterol LDL  y  bajos  niveles  de  colesterol HDL),   que   puede   promover   la   formación  de  la  placa  de  ateroma.  Además,  la diabetes mellitus aumenta la susceptibilidad miocárdica a la lesión isquémica y modifica  la  respuesta  de  los  cardiomiocitos  a  las  estrategias  de  condicionamiento  isquémico por la disrupción en las rutas de señalización  intracelular  responsables  de  la  resistencia  a  la  muerte  celular.  Es, pues, de especial relevancia para el riesgo cardiovascular,  controlar  adecuadamente  los  niveles  de glucemia y, en caso de desarrollar diabetes tipo 2, tratarla eficazmente. 

Los  factores  de  riesgo  hasta  aquí  comentados  (tabaquismo,  diabetes,  hipertensión  arterial  e  hipercolesterolemia)  son  los  responsables  del  69% de la incidencia de la enfermedad arterial periférica (EAP), siendo el tabaquismo el factor más importante. De hecho, la EAP se considera un  equivalente  de  la  enfermedad  coronaria  y  un marcador de alto riesgo de eventos coronarios y cardiovasculares, y de mortalidad.

 

 

Obesidad

Definida como un exceso de acu-mulación de grasa en el tejido adiposo y directamente relacionada con los malos hábi-tos  alimenticios  y  una  reducida actividad física (sedentarismo), se reconoce como una causa  frecuente  de  muerte  cardiovascular,  especialmente  en  países  desarrollados.  El  acumulo excesivo de lípidos en las vísceras abdominales junto a la desregulación de los factores endocrinos derivados de los adipo-citos, eventos ambos que ocurren en la obesidad,  llevan  al  desarrollo  de  enfermedad  aterosclerótica.  Algunos  trabajos  han  estimado  que  la  tasa  de  obesidad  se  ha  duplicado en España en los últimos 20 años y se estima que más de la mitad de las personas adultas (el 53%) está por encima de su peso, con un 17% de obesos, responsable del 7% del gasto sanitario total.  La  combinación  de  la  obesidad  con  otros  factores  de  riesgo  cardiometabólico  (como  hipertensión,  hiperglucemia  o  dislipidemias),   como   ocurre   en   el   conocido   como síndrome  metabólico,  determina  una  sinergia  del  riesgo  cardiovascular,  siendo  éste  superior  al  estimado  a  través  de  la  cuantificación  a  través  de  cada  uno  de  los  factores  de  riesgo  considerados  independientemente.

 

Diagnóstico

Se realiza fundamentalmente por la sospecha clínica de dolor torácico, aunque no se descartan pruebas complementarias si se presentan otros síntomas atípicos. A los pacientes con sospecha de angina de pecho estable, además, se les suele hacer un electrocardiograma.

La prueba de esfuerzo o ergometría es el examen más utilizado cuando hay dudas en el diagnóstico de isquemia miocárdica y también sirve para obtener información pronóstica de los pacientes con angina. El paciente realiza ejercicio continuo en cinta rodante o bicicleta ergométrica para valorar su respuesta clínica (si hay dolor durante el ejercicio) y su respuesta eléctrica (si existen cambios en el electrocardiograma durante el esfuerzo que sugieran isquemia miocárdica). Esta prueba no es valorable si hay alteraciones basales del electrocardiograma o si el paciente está tomando determinados fármacos (por ejemplo, digoxina). Evidentemente, tampoco se puede realizar una ergometría si el paciente presenta algún problema locomotor que le impida caminar correctamente. En estos casos, se hacen pruebas de estrés con fármacos (dobutamina) o de radioisótopos.

La arteriografía coronaria (coronariografía o cateterismo) es el método de referencia para el diagnóstico de las estrecheces coronarias y además es útil en el caso de que sea necesario para el tratamiento de las mismas (dilatación e implantación de stent). Dado que se trata de una prueba invasiva y moderadamente costosa, queda reservada a si los resultados de las anteriores pruebas son concluyentes de enfermedad coronaria importante y con datos de mal pronóstico. También se utiliza en pacientes con síntomas atípicos cuando las pruebas no invasivas no resultan concluyentes.

 

Pronóstico

El pronóstico es muy variable, ya que depende de la la extensión de la enfermedad y de lo dañado que esté el músculo cardiaco. Hay enfermos que están controlados y que apenas presentan síntomas mientras otros tienen una esperanza de vida corta. Los factores que más influyen en el pronóstico es el buen o mal control de los factores de riesgo coronario.

 

Tratamiento

Los pacientes con angina de pecho deben vigilar los factores de riesgo cardiovascular y seguir controles periódicos para prevenir la aparición de nuevos. Para corregirlos se debe:

1. Dejar el tabaco

2. Vigilar la hipertensión y la diabetes y su tratamiento (peso, dieta, fármacos)

3. Seguir una dieta baja en colesterol y grasas

4. Alcanzar un peso corporal ideal

5. Reducir el colesterol hasta obtener un LDL menor de 70 mg/dl

 

En cuanto al tratamiento farmacológico, salvo en casos de contraindicaciones, todos los pacientes con enfermedad coronaria deben tomar ácido acetilsalicílico (existen muchos preparados comerciales, pero el más conocido es la Aspirina®) de forma crónica, diariamente y a dosis bajas (100–150 mg) por su efecto antiagregante plaquetario.  También los pacientes son tratados con betabloqueantes como tratamiento principal y para mejorar los síntomas se recomiendan nitratos (vía oral, sublingual o en parches transdérmicos), antagonistas del calcio, ivabradina y ranolazina. Los pacientes con crisis frecuentes de angina se someten a tratamiento de varios fármacos combinados.

Algunos pacientes con angina son candidatos a tratamientos de revascularización coronaria (consisten en corregir esas estrecheces), que se puede realizar mediante cirugía cardiaca de derivación (bypass) o por angioplastia coronaria (con cateterismo). La elección entre una u otra depende de las características de la enfermedad:

1 Angioplastia coronaria. Se realiza cuando la enfermedad coronaria permite esta técnica. Se introduce un catéter hasta la arteria coronaria y se dilata con balón. Después se implanta un stent (dispositivo metálico como una malla cilíndrica) dentro de la arteria para conseguir su permeabilidad siempre que esto sea posible.

2 Bypass. Para pacientes con enfermedad coronaria más difusa, cuando la angioplastia no es posible y sobre todo si existe mala función del ventrículo izquierdo. Se realiza con apertura del tórax y anestesia general.

 

Angina de pecho inestable

Suele ser signo de muy alto riesgo de infarto agudo de miocardio o muerte súbita. La angina inestable se desencadena igual que el infarto, pero en este caso no existe una oclusión completa de la arteria coronaria por el trombo y no se ha llegado a producir muerte de células cardiacas. Se manifiesta en reposo por un dolor u opresión que empieza en el centro del pecho y puede extenderse a brazos, cuello, mandíbula y espalda. Es decir, los síntomas son iguales a los del infarto, aunque generalmente de menor duración e intensidad. Esta angina debe ser tratada como una emergencia, ya que hay un elevado riesgo de producirse un infarto, una arritmia grave o muerte súbita.

 

Epidemiología

Las  enfermedades  cardiovasculares  (ECV) son la  primera  causa  de  muerte  en  el  mundo,  por  delante de los tumores y las enfermedades respiratorias, siendo responsables del 30% de los fallecimientos en varones (la cardiopatía isqué-mica en primer lugar) y el 36% en mujeres (la enfermedad cerebrovascular en primer lugar y la isquémica en segundo). Así, la OMS apunta a que  en  2015  murieron  por ECV  17,7  millones  de personas (en 2018 se hablaba ya de 17,9 millones), lo cual representa un 30% de todas las muertes registradas en el mundo; más del 75% de  todos  estos  fallecimientos  prematuros  (16  millones por debajo de los 70 años de edad) se producen  en  países  de  ingresos  bajos  y  medios.  El  último  informe  del  Global  Burden  of  DiseaseStudy (con cifras relativas al año 2017) confirma  esas  cifras  de  mortalidad  por  ECV  e  indica que ha habido un incremento superior al 40% desde 1990. Se trata, por tanto, de un problema   con   un   impacto   socio-sanitario   creciente: se estima que la cifra de muertes anuales por ECV ascenderá a 23 millones para el año 2030.De  las  muertes  por  causa  cardiovascular,  7,4  millones se deben a la cardiopatía isquémica o arteriopatía coronaria,  lo  cual  representa  el  13,2% del total de muertes, siendo la principal causa  de  muerte  en  el  mundo  (Tibaut et  al.; 2017).  En  particular,  el  infarto  agudo  de  miocardio  es  la  causa  mayoritaria  de  mortalidad  por cardiopatía isquémica, relacionándose con casi 2 de cada 3 muertes (64%); se ha estimado que más de un tercio de los pacientes con IAM muere antes de llegar al hospital. Es previsible que  la  mortalidad  por  cardiopatía  isquémica  continúe aumentando en la próxima década debido  a  la  creciente  epidemia  de  obesidad,  diabetes  tipo  2  y  síndrome  metabólico,  que,  a  su  vez, pueden elevar el riesgo de enfermedad coronaria prematura en jóvenes.

En  varios países del mundo,  la  mortalidad  coronaria  ajustada  por edad es similar a la de los países mediterráneos  y  claramente  inferior  a  las  de  países  del  centro  y  el  norte  de  Europa,  situándose  entre  las  más  bajas  del  mundo.  Conviene  destacar  que,  desde  mediados  de  los  años  70  del  siglo  XX, están descendiendo paulatinamente las tasas de mortalidad por ECV en todas las comunidades autónomas  (también  en  los  países  de  nuestro  entorno),  aunque  en  mayor  medida  por  la  reducción  de  la  mortalidad  cerebrovascular  en  comparación  con  la  de  la  cardiopatía  isquémica. Esa reducción de la mortalidad, motivada por una mejoría de los hábitos de vida y de los tratamientos frente a la enfermedad coronaria,  ha  llevado  a  que  la  prevalencia  (número de pacientes que viven con la enfermedad en un determinado momento) de ECV haya seguido aumentando, pues la incidencia (nuevos casos) está estabilizada.

Según  datos  del  Instituto  Nacional  de  Estadística, referentes al año 2018, del total 427.721 muertes que se produjeron en España ese año, 120.859  (un  28,3%)  se  atribuyeron  a  las  ECV,  por delante de tumores (26,4%) y enfermedades  del  sistema  respiratorio  (12,6%).  La  tasa  media estandarizada de mortalidad cardiovascular se situó en 230,5 fallecimientos por cada 100.000  habitantes,  presentando  algunas  comunidades  autónomas  una  mortalidad  mayor  (Andalucía,  Islas  Canarias,  Murcia)  que  otras  (Madrid,  Navarra,  Castilla  y  León).  Dentro  del  grupo de ECV, las cardiopatías isquémicas fueron  un  año  más  la  primera  causa  de  muerte  también  en  nuestro  país  (un  25,78%  del  total  de la mortalidad cardiovascular), responsables de  31.152  fallecimientos  (18.423  hombres  y  12.729 mujeres; en mujeres la mayor mortalidad  por  causas  cardiovasculares  se  debe  a  ictus), si bien su mortalidad se redujo en un 3,7% respecto  al  año  anterior.  En  la  mortalidad  por  cardiopatía isquémica, destaca sobremanera el infarto  agudo  de  miocardio  como  causa  más frecuente, responsable del 46,61% de las muertes (14.521 en 2018: 8.660 en hombres y 5.861 en mujeres), aunque la tasa se ha reducido notablemente    desde    2006    (cuando    provocó   22.028 defunciones). Sin embargo, la morbilidad (complicaciones e ingresos en el hospital) de las ECV en general, y de la cardiopatía isquémica en particular, no ha parado de aumentar desde la década 1990. En consecuencia, se vaticina que su impacto sanitario y social seguirá creciendo durante los próximos años.

La prevalencia de la angina de pecho está relacionada directamente con la edad en ambos sexos: en las mujeres varía entre el 0,1 y el 1% a los 45-54 años y el 10-15% a los 65-74 años; en varones, las respectivas cifras son  del  2-5%  y  del 10-20%. Se calcula que en la mayoría de los países  europeos  sufren  angina  estable  entre  20.000 y 40.000 individuos por millón de habitantes, con una tasa anual de mortalidad en estos  pacientes  que  oscila  entre  el  0,9  y  el  1,4%  por año.

Por otro lado, en términos de incidencia, se estima que se producen más de 2.500 nuevos casos anuales de síndromes coronarios agudos  (SCA)  por  millón  de  habitantes,  de  los  que unos 1.500 nuevos casos se corresponden a SCA sin elevación del segmento ST (SCASEST, incluyendo   el   IAMSEST)   del   electrocardiograma y unos 1.000 casos a infartos de miocardio con elevación del ST (IAMCEST). La mortalidad  de  los  mismos  ronda  el  10%  en  la  fase  hospitalaria  (la  mayoría  de  defunciones  acontecen  en  el  medio  extrahospitalario)  y  el  15%  en los primeros 6 meses. Así pues, la incidencia anual  de  IAM  no  fatal  ronda  entre  el  0,5  y  el  2,6%;  cifras,  como  se  ve,  bastante  bajas.  En todo caso, para comprender mejor la carga sociosanitaria  de  la  cardiopatía  isquémica  se  recomienda  la  consulta  del  documento "Estrategia en cardiopatía isquémica del Sistema Nacional de Salud”, publicado en 2011 por  el  Ministerio  de  Sanidad,  Política  Social  e  Igualdad.

 

Conclusión

El impacto  socio sanitario  y  económico que se asocia con las enfermedades cardiovasculares y, en particular, con la cardiopatía isquémica en sus distintas formas de presentación,  gran  parte  de  los  esfuerzos  del  sistema   sanitario   se   orientan   a   potenciar   la   concienciación  de  la  sociedad  en  una  prevención cardiovascular primaria y para, una vez ha ocurrido un evento isquémico a nivel cardiaco, minimizar el riesgo cardiovascular a fin de pre-venir  recurrencias  de  los  mismos,  sus  complicaciones  y  la  morbimortalidad  asociada.  Conviene  subrayar  que,  en  la  actualidad,  gracias  a  las  mejoras  en  los  tratamientos  médicos  y  en  las  técnicas  de  revascularización  arterial,  se  consigue en muchos casos atenuar el daño miocárdico  tras  un  evento  coronario  agudo,  de  forma que la mayoría de pacientes podrá volver a realizar una vida relativamente normal en un plazo  breve  de  tiempo,  pudiendo  reincorporarse a su actividad diaria y laboral en un plazo medio, así pues, la educación sanitaria  y  prevención  secundaria  tras  un  primer  evento son de mayor importancia.

 

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